Velasco, el dios del voleibol

31 diciembre 2008 | Por Redacción | Categoria: Voley

El periplo vital único del nuevo seleccionador español, un as de los banquillos

Escapó de la dictadura e hizo de limpiacristales antes de triunfar en voley y fútbol

El argentino Julio Velasco, durante su presentación hoy en Madrid como nuevo seleccionador español de Voleibol FOTO: Emilio Naranjo - EFE

Tiempo habrá para seguir su nuevo trabajo al frente de la selección española de voleibol, pero la dimensión del personaje merece un alto en el camino para conocer el periplo vital de Julio Velasco, elegido uno de los tres mejores entrenadores del siglo XX y máximo responsable del mejor equipo, aquella intocable selección italiana de la década de los 90. El técnico argentino, de 56 años, se ha convertido en un dios del volei, después de muchas peripecias, la más cruda la dictadura militar de su país.

«Yo estudiaba filosofía en la Universidad y tras el golpe de Estado de 1976 era muy peligroso quedarse en La Plata. Yo me escondí en Buenos Aires, pero a mi hermano le cogieron y estuvo desaparecido un mes y medio secuestrado y torturado. Fue de los pocos que soltaron y desde 1978 vive en Madrid, pero tuve amigos muy cercanos que no aparecieron nunca más».

Velasco también trabajaba en un colegio y hacía sus primeros pinitos como técnico de voleibol con unos chicos de Estudiantes de La Plata, pero perdió «todo» y tuvo que buscarse la vida en la capital. «Hice incluso de limpiacristales en un banco. Enseñé un poco de todo, filosofía, métodos de estudio, cursos de memoria, lo que me ofrecían. Algunas cosas las estudiaba por la noche para enseñarlas por la mañana. Fue una gran escuela porque desarrollé la capacidad de explicar».

Velasco, que jugó al fútbol hasta los 13 años, no empezó con el voleibol hasta los 15. Llegó a la selección juvenil, pero enseguida dirigió sus pasos al banquillo. En pleno conflicto social hizo tetracampeón al Ferrocarril Oeste de Buenos Aires, su trampolín para ser el asistente de la selección argentina que ganó el bronce como anfitrión del Mundial-82 bajo la batuta de Young Wan Sohn. Un año después cruzó el ‘charco’ para recalar en Italia, donde edificó su leyenda.

Triunfando en Europa

Primero se hizo un nombre con el Panini Módena y después se consagró con la selecciónmasculina, campeona de todo excepto de un oro olímpico que rozó en Atlanta-96: Italia cayó en la final ante Holanda por 17-15 en el quinto set. «Yo tengo la alegría de que ganamos una plata, no la tristeza de que perdimos un oro. Hay quien es millonario y quiere ser multimillonario. Esa gente nunca es feliz. Son los demás los que se preocupan de que me falta el oro olímpico, yo no, yo estoy muy agradecido a todo», afirma.

¿Será posible ese oro con España? «Nunca es utopía. EE.UU. ya ganó en Pekín un poco por sorpresa. Estaba 12-1, yo aposté 80 euros y gané un dinerillo con ellos», sonríe. Su aura triunfal le abrió las puertas del fútbol. El Lazio le reclutó en 1999 como director general y ganó la Recopa, pero sólo cumplió uno de sus cuatro años de contrato porque vio cosas turbias y «yo siempre he hecho de la claridad bandera». Luego se destapó el escándalo financiero del presidente Cragnotti y años más tarde al Lazio también le salpicó el amaño de partidos. «Quien conoce el fútbol italiano sabe bien lo que pasó».

Luego hizo de manager del Inter de Marcello Lippi y, cuando éste se fue, fue consejero del presidente Moratti. Ahora también da charlas a ejecutivos. «Yo no doy consejos, yo cuento mi experiencia y las ideas que me ayudan en el voleibol. Uno tiene que hablar de lo que sabe, no de oídas. Las empresas me llaman para que les hable del trabajo en equipo», comenta.

Aunque circula el rumor de que el Milan le ofreció su banquillo como relevo de Arrigo Sacchi, Velasco lo niega. «Berlusconi nunca me ofreció entrenar al Milan. Aquello tuvo mucha repercusión porque era campaña electoral, pero lo que ocurrió fue que en una rueda de prensa le preguntaron si había pensado en mí y él contestó: ‘Sí, es cierto que lo pensé’. A partir de esa frase todos los periodistas me llamaron y se hizo una bola, pero nunca hubo oferta», revela.

«De haberla habido», continúa, «no habría aceptado porque era 1992 y yo estaba con laselección de voleibol. Puedes aceptar otros cargos como hice con el Lazio y el Inter, ahí está el caso de Estiarte con el Barça, pero una oferta de entrenador me parecía absurda. Yo soy de voleibol y creo en las capacidades específicas de cada deporte. El fútbol es un mundo mucho más difícil que el voleibol».

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